miércoles, 2 de noviembre de 2016

Cuento - Por Un Segundo

                                      Por Un Segundo  

En un antiguo parque se encontraba una pequeña planta, con la esperanza de ser algún día un gran árbol. Tenía las hojas de color azul apagado y el tallo torcido. Vivía completamente sola y eso no le gustaba. 

Un día, al despertar, se da cuenta de que a su lado, no muy lejos de él, se encuentra una planta de su mismo tamaño aunque totalmente diferente. Tenía las hojas de un color rojo vivo y el tallo recto y estilizado. 

El pequeño árbol estaba feliz porque ya no estaría solo, así que decidió hablarle, pero la planta roja no volteaba, como si no lo escuchara, aunque él sabía que lo hacía. Eso le molestó y le gritó, en ese momento ella volteó y le respondió. 

- ¿Qué quieres? - dijo con amargura.

- Solo quiero conocerte, he vivido solo todo este tiempo y ahora por fin tendré a alguien.

- Yo también he vivido sola y estaba completamente feliz de esa manera. 

- ¿Y eso por qué?

- Porque así no tengo a nadie que me moleste. Además mírate, tienes el tallo torcido y las hojas casi sin vida. 

El tiempo pasaba y el joven árbol torcido no lograba que la planta roja le hablara. Hasta que un día, mientras pensaba, se dio cuenta de algo y le dijo. 

- Tu no me quieres porque somos diferentes, ¿cierto? Pues la verdad es que no lo somos. Ambos nos alimentamos de agua y nos alegramos cuando el sol nos toca, tenemos hojas y tallos, además los dos vivimos en este lugar.

La planta roja se dio cuenta de que tenía razón y en vez de ver las diferencias, empezó a ver en que eran iguales y a quererlo por eso.

Con el pasar de los años los dos fueron haciéndose mas y mas cercanos. Llegó un momento en el que todo lo que querían hacer era juntar sus ramas, pero no llegaban. El árbol azul solo quería poder tocarla por un segundo, así podría sentirse realizado. Hacía todo lo posible para estirarse pero todavía no lo lograba.

Luego de muchos años, crecieron lo suficiente como para juntar sus ramas formando un arco. El árbol torcido por fin logró lo que quería y ya no se sentía solo. No le importaba haber pasado años para poder lograr su objetivo. No le importaban los hombres que se acercaban con sus sierras para acabar con su ciclo. No le importaba porque por un segundo, al final, no estuvo solo.




                                                                                                      Autor: Santiago Céspedes.